La comida desacelera la velocidad a la cual el alcohol ingresa en el flujo sanguíneo, demorando su absorción. A su vez, tomar agua ayuda a disminuir la concentración de alcohol en la sangre.
Cuando se consume una bebida alcohólica, ésta pasa a lo largo del esófago, atraviesa el estómago y pasa a la circulación sanguínea a través de las paredes del intestino delgado. Este alcohol no requiere de un proceso de digestión y es absorbido directamente en su estado original a través de las paredes de este intestino. Su absorción a la sangre es rápida, entrando en el riego sanguíneo en tan solo 5 minutos y alcanzando las máximas concentraciones en la sangre entre los 30 y 90 minutos.
Por lo tanto, acompañar la bebida con comida, hace que el alcohol llegue a la sangre más lentamente. Con el estómago lleno, las enzimas encargadas de degradar los alimentos tendrán más tiempo para actuar sobre el alcohol.
Fuente: Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo: Estrategias para reducir el consumo de alcohol.