Iraida escuchó la más escalofriante de las confesiones cuando su hija de solo seis años le contó que su tío le hacía tocamientos indebidos. Lo que nunca pensó es que encontraría a otra víctima del depravado dentro de su entorno familiar.
El sujeto es el cuñado de Iraida. Ella ha puesto la denuncia, pero el proceso resulta demasiado largo y chocante para su pequeña, quien tiembla cada vez que se cruza con el sujeto que osó tocar sus partes íntimas, siempre con violencia y bajo amenaza.
Y es que Iraida y su hija viven al lado de su hermana y su cuñado. En su inocencia, la pequeña le lanza agua desde su ventana cada vez que lo ve pasar con la esperanza de que ese chorro haga lo que la justicia no ha podido hasta ahora: alejarlo para siempre de su lado.