Los ronderos de Cajamarca, la reserva moral del país, reaparecieron para impartir justicia a su peculiar estilo.
De esta forma, varios comuneros recibieron sus respectivos chicotazos por haber cometido actos considerados ‘malo malotes’.
El último de los casos analizados fue el de un comunero que abandonó la comunidad en su momento de mayor crisis. Ahora, en su regreso, el comunero Carlos Vílchez tuvo que ser ajusticiado por sus vecinos ronderos.