Milagros Zegarra hacía su vida de forma tranquila en agosto del 2010 hasta que un accidente vehicular en el que murieron varios familiares le ocasionó una serie de lesiones que, tiempo después, la dejaría en una silla de ruedas.
Ella señala que tres años después del accidente acudió a la clínica Good Hope por una dolencia relacionada con inflamación de venas. El médico Julio Rivera Torres autorizó la extirpación de venas varicosas. Pese a que alegó dolor tras la intervención, el especialista le dio el alta.
Casi dos meses después, Rivera confirmó en un informe médico los daños que Milagros padecía; sin embargo, se agrega que la paciente conocía de la complicación, lo que ella niega y se comprobaría con una misteriosa anotación en el informe.
La clínica Good Hope -que ya fue sancionada por Indecopi- y la empresa Rímac niegan que un error aparentemente mínimo haya dejado a una de sus pacientes en silla de ruedas. Para ellos, el dolor de Milagros Zegarra es una vil mentira.